Con todo el ego que cargo, es irónico lo complejo que me resulta hablar de mí. Casi soy puro sentimiento e impulso, eso es evidente desde el primer encuentro. También pienso. Pienso demasiado, según juzga el más gamer de mis amigos. Lo real es que no acostumbro lo real, que me vivo en fantasías y aislamiento, y que cuando la ansiedad se me acumula, corro al abrazo mundano buscando salvación, y casi siempre encuentro menos coherencia.
Pero cómo me divierto en esa interacción delicada con la especie. Me divierto por reductio ad absurdum, y hasta me complazco ocasionalmente en la convivencia con los símiles. Cuando no hago el Joyce, hago el Tin Tan, y los compinches elucubradores me acusarán con razón de hacer el Garcés en ambientes que se precian de decentes. No creo en esa decencia. No creo en la palabrería sobregastada de la bondad y la maldad. No les creo más que patrañas a los productos de la colectividad: gobierno, corporaciones, iglesias, burguesía.
Aún entre el balbuceo, acostumbro observar. Acostumbro juzgar y medir, me esfuerzo por hacerlo con conciencia y atención al detalle. Analizo, desarmo, comparo y reconstruyo, procurando agregar el desahogo en la expresión. Así acabo declarando lo que en superficie suena a quejas y frustración y tetas y coños y comunismo bohemio. Detrás de la fachada, disparo verdades opinionadas. Muy atrás, telescópicamente atrás, hay una partícula de mí que sonríe, desaprueba amigablemente mi conducta, y me perdona la falta de carisma social, a cambio de aprendizaje.
Sea pues el espacio compartido y que quede registro claro: el gusto es todo mío.
pues yo no te conoceré tan a fondo (a.k.a. mi partícula no se ha encontrado con tu partícula-que-sonríe jajaja) pero creo que sabemos todos que eres más que sólo un Garcés
ResponderBorrarEres garcés en drogas y con más cerebro ;)
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